Tres mañanas salvajes

La tentación de imaginar el futuro de muy largo plazo de la humanidad o de los sucesores de la humanidad, tanto si se trata de una especie que evoluciona a partir de ella como de otra especie terrícola o alienígena que la desbanca y la sustituye, es demasiado grande para algunas mentes inquietas. Como tantos otros rasgos de nuestra cultura, este nos acompaña desde tiempos remotos. Por muy irracional que pueda parecer y estando en muchos casos más próximo a la fantasía que a un ejercicio riguroso de prospección o incluso de especulación ciencia ficcional, es un deseo impulsado de alguna manera por la razón y en el que disfrutamos con el placer intelectual que nos produce proyectar nuestro conocimiento y mantenernos tanto como sea posible dentro de los cauces de lo que nuestro conocimiento actual identifica como posible. ¿Hasta donde podemos llegar?

A medida que extendemos el horizonte de la proyección, las barreras para la imaginación se ven sobrepasadas de manera inevitable y acaban cayendo arrasadas por una fantasía imposible de contener. La proyección de ese ejercicio de fantasía sobre nuestra condición presente es lo que produce esa sensación de maravilla que nos arranca un ¡guau!

En este post comparto tres ejercicios que, mucho más cercanos en el tiempo, son comparables al de Olaf Stapledon en «The Last and First Man». En este caso, en los tres ejercicios, se combinan la narrativa y la ilustración. El resultado es… simplemente asombroso.

Primer mañana

Una zoología del futuro de Dougal Dixon

«After Man: A Zoology of the Future» (Después del Hombre: Una Zoología del Futuro) es un libro ilustrado de evolución especulativa publicado en 1981 por el geólogo escocés Dougal Dixon, con ilustraciones de Diz Wallis, John Butler, Brian McIntyre, Philip Hood, Roy Woodard and Gary Marsh (aunque en los créditos de la publicación original solo aparece Gilchrist Bros. Ltd.).

Comienza explorando el proceso evolutivo en la Tierra y la ruinosa influencia que los humanos ejercen en su historia natural, para concentrarse a continuación en la exploración de un futuro hipotético ambientado en un período de tiempo que Dixon denomina «Posthomic», habitado por animales que han evolucionado a partir de los supervivientes de una extinción masiva.

50 millones de años después de la desaparición del hombre Eurasia, Norteamérica y Australia se han unido formando un continente único. Sudamérica es un continente aislado como en el periodo terciario. El clima y la vegetación serían reconocibles para alguien que hubiera conocido el mundo que habitó la especie humana. Los animales, en cambio, aunque aún clasificables en peces, reptiles, mamíferos han experimentado cambios muy sustanciales.

El mundo futuro se describe desde la óptica de un viajero del presente que hubiese ido a estudiar la fauna, con conocimiento razonable de la vida animal de hoy y que, por lo tanto, puede señalar referencias y diferencias con los tipos de animales que serán familiares para el lector.

En el prólogo del libro, Desmond Morris dice literalmente (mi traducción):

Tan pronto como vi este libro, deseé haberlo escrito yo mismo. Es una idea maravillosa y presentada con gran belleza. Hace muchos años, cuando era un zoólogo joven, comencé a inventar criaturas, que dibujaba y pintaba como forma de establecer un contraste con lo que demandaban mis estudios científicos. Liberado de las restricciones que impone la evolución real, yo podía seguir mis propios y personales deseos evolutivos. Podía hacer monstruos y organismos extraños, plantas y bestias fabulosas de cualquier color, forma y tamaño que deseara, dejando que cambiaran y desarrollaran siguiendo mis propias reglas, dando rienda suelta a mi imaginación.

La mente de Dougal Dixon ha estado trabajando de manera similar, aunque sus criaturas son muy diferentes de las mías. En vez de imaginar una evolución paralela, como podría tener lugar en otro planeta, él se han impuesto la intrigante tarea de contemplar la evolución en nuestro propio planeta, partiendo de las especies existentes en el presente.

Moradores de la arena
Carnívoros
Bosques de Sudamérica
Árbol de la vida

El éxito de su zoología especulativa permitió a Dixon continuar con el ejercicio, como puede verse en su elegante website. En 2002 Dixon colaboró en el diseño de la serie de ficción The Future is Wild (FIW) (El futuro es salvaje), que explora los ecosistemas y la vida silvestre en tres períodos de tiempo de 5, 100 y 200 millones de años en el futuro, con un formato de documental sobre la naturaleza. La serie fue concebida por Joanna Adams y es una coproducción en la que participan BBCArte, ZDF, ORF, MediasetAnimal Planet y Discovery Channel.

Más de cuarenta años después, las ideas de Dixon siguen exhibiéndose por todo el mundo. En este momento y hasta el 23 de enero, en el museo de ciencias de Fukuoka.

Segundo mañana

La evolución futura de Peter Ward

20 años después, en 2001, el paleontólogo Peter Ward publica otro libro, en este caso ilustrado por Alexix Rochman, titulado “Future Evolution” (Evolución futura), en el que desarrolla su propia visión de la evolución, que compara con la de Dougal Dixon y la de H. G. Wells en la máquina del tiempo. Peter Ward cree que la humanidad es una especie a prueba de extinción y que, si logramos desarrollar un viaje interestelar efectivo, evitará la extinción mientras la galaxia sobreviva. Su exploración comienza en el pasado lejano, llega al presente, y se proyecta en tres horizontes de tiempo.

Un primer futuro cercano, los próximos 1000 años. La humanidad alcanzará una población masiva de 11 mil millones, el calentamiento global eleva el nivel del mar, la capa de ozono se debilita. La mayor parte de la tierra disponible se dedica a la agricultura debido a la demanda de alimentos. La vida silvestre oceánica permanece en gran medida libre de la mayoría de estos impactos, específicamente los peces de cultivo comercial.

Durante los siguientes 10 millones de años sigue una larga era de extinción, que en todo caso no es tan dramática como muchos piensan. Muchas de las extinciones han ocurrido ya, desde el inicio del periodo glacial, y toda extinción masiva en el pasado ha venido seguida por la aparición de nuevas especies. La principal diferencia es que ahora hay una intensa influencia de la especie humana y muchas de las nuevas especies son domésticas.

Por otra parte, Ward se pregunta: si hemos dirigido la evolución de tantas especies animales y vegetales, cabría preguntarse ¿por qué no dirigir la nuestra? Parece poco probable que nuestra sociedad no acceda finalmente a la idea de que las muestras de ADN deben entregarse a especialistas en genética. El principal obstáculo para la ingeniería genética de los humanos es la pleiotropía, el fenómeno por el cual un único gen o alelo es responsable de efectos fenotípicos o caracteres distintos y no relacionados.

Los humanos dejan de ser simples fabricantes de herramientas y se convierten en fabricantes de máquinas, y no todas las máquinas que fabrican pueden considerarse herramientas.

«De manera quizás incluso menos predecible que nuestro uso de la manipulación genética, puede ser nuestra manipulación de las máquinas, o de ellas sobre nosotros, lo que crea el cambio evolutivo más profundo en nuestra especie.«

Ward discute cuatro posibles escenarios de evolución: estasis, especiación, simbiosis con las máquinas y eusocialidad, muy en línea con el planteamiento que presenté en la SFRA el año pasado.

En el capítulo final, Ward analiza la vida en la Tierra en un futuro muy distante (500 millones de años en el futuro), donde un Sol cada vez más brillante combinado con niveles decrecientes de dióxido de carbono en la atmósfera hacen que la Tierra sea demasiado caliente para la vida compleja, resultando en la reversión evolutiva final y la eventual extinción de toda la vida en la Tierra.

Rata noruega llegando a Polinesia, circa 1767
Extinción masiva del Pérmico-Triásico
Algunos animales se han adaptado de manera sorprendente a los entornos urbanos
Transformación de plantas y animales domésticos

En 2002, Dougal Dixon escribió una reseña sobre el libro de Peter Ward titulada “The shape of things to come” (La forma de las cosas que están por venir), en clara alusión a la obra de H. G. Wells. Esta es su crítica con sus propias palabras (mi traducción):

Peter Ward expone sus argumentos en su introducción, resumiéndolos en ocho puntos.

  1. Las extinciones masivas en el pasado estimularon la innovación biológica. No puedo discutir eso.
  2. Las extinciones pasadas han tenido varias causas. Eso también está bien.
  3. La Tierra ha estado experimentando un evento de extinción masiva desde el final de la Edad de Hielo. La mayoría estaría de acuerdo con esto.
  4. Esta extinción masiva es diferente. Bueno, tal vez.
  5. Todas las extinciones masivas han sido seguidas por una recuperación. Eso está bien.
  6. Nuevas especies evolucionarán. Sin duda-
  7. Nuestra especie, el Homo sapiens, es una especie a prueba de extinción. Esto es muy discutible
  8. Nunca habrá otra fauna dominante. Esto depende del punto (7), y es igual de dudoso.

De vez en cuando, Ward se sube a la máquina del tiempo de H. G. Wells y salta a un punto en el futuro para echar un vistazo. Pero estos viajes son pocos y solo duran un par de páginas cada uno. Podemos simpatizar con el dilema de Ward. Debe mantener su imaginación bajo control para que la ciencia detrás de sus ideas no se vea comprometida. La base científica está bien establecida, pero la interpretación imaginativa es escasa. ¡Una pena!

Peter Ward por su parte no se priva de alguna pequeña pulla a la obra de Dixon, a la que describe como predicción semi-fantasiosa de cómo podrían ser los animales de un futuro lejano en el que la humanidad se ha extinguido misteriosamente.

Coincido bastante con Dixon en que siendo un libro apasionante, las imágenes se quedan un poco cortas y la mayoría son imágenes del pasado. Muchas están difuminadas, como si a los autores les hubiera dado miedo mojarse y desde luego hacia el futuro no hay especulación. La estética de muchas de las ilustraciones, eso sí, me parece una clara alusión a las imágenes finales de la máquina del tiempo de H. G. Wells

Nada comparable al desbarrado ejercicio de mi tercer mañana.

Tercer mañana

Todos los mañanas de Nemo Ramjet

«All Tomorrows: A Billion Year Chronicle of the Myriad Species and Mixed Fortunes of Man» (Todos los mañanas. Un crónica de mil millones de años de una miríada de especies y fortunas dispares para la humanidad) es una obra de ciencia ficción y evolución especulativa escrita e ilustrada por el artista turco C. M. Kosemen bajo el seudónimo de Nemo Ramjet y publicada en 2006.

Como muestra, una breve estación (mi traducción):

El verano de la humanidad:

Tras la colonización de la galaxia por parte de la humanidad, llegó su primera auténtica edad de oro. Criados por profetas mecánicos, los supervivientes de las plagas edípicas construyeron civilizaciones que igualaron e incluso superaron a sus antepasados solares.

El nivel de vida se elevó hasta niveles antes inimaginables. Aunque no fuese exactamente una utopía galáctica, puede afirmarse con seguridad que las personas de la galaxia colonizada vivían vidas en las que el trabajo; tanto instrumental como mental, era completamente forzoso. Gracias a la riqueza de los cielos y al trabajo de las máquinas, cada persona tenía acceso a una riqueza material y cultural mayor que la de algunas naciones en la actualidad.

Una única pregunta quedaba pura y llanamente sin respuesta. ¿Qué sucedería si la humanidad alguna vez se encontraba con otros iguales o superiores en el espacio? Ese primer contacto estaba predestinado. La galaxia, y no digamos el universo, era demasiado grande para que una única especie desarrollara inteligencia. Cualquier demora en el contacto solo podía significar un aumento del eventual choque cultural. Para la humanidad, este “choque cultural” significó la extinción completa de la especie tal como se la conocía.

Con casi mil millones de años, los alienígenas de la especie conocida como Qu eran nómadas galácticos que viajaban de un brazo espiral a otro en migraciones que definían épocas. Durante sus viajes habían ido mejorando y cambiando de manera constante hasta convertirse en maestros de la manipulación genética y la nanotecnológica. Con esta capacidad para controlar el mundo material, asumieron la misión religiosa autoimpuesta de “rehacer el universo como mejor les pareciera”. Poderosos como dioses, los Qu se veían a sí mismos como los heraldos divinos del futuro.

Para ellos la humanidad, con todas sus glorias relativas, no era más que un sujeto transmutable.

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Imagen destacada: Nemo Ramjet, All Tomorrows, Young male Killer

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