El Ministerio del Futuro

Un debate sobre cambio climático, geoingenieria, tecnocracia, la ciencia ficción y el futuro, a propósito de la obra de Kim Stanley Robinson

El Ministerio del Futuro (Ministry for the Future) es una novela de Kim Stanley Robinson publicada el año pasado. Ambientada en un futuro muy cercano, la narrativa gira en torno a una organización subsidiaria, creada al amparo del Acuerdo de París, durante su futura 29 conferencia celebrada en Bogotá (COP29), cuya misión es abogar por las futuras generaciones de ciudadanos del mundo, cuyos derechos, tal como se definen en la Declaración Universal son tan válidos como los nuestros. Esta nueva organización se encargará además de defender a todos los seres vivos presentes y futuros que no pueden hablar por sí mismos, promoviendo su protección y su defensa jurídica.

La escena de apertura es la descripción detallada de una ola de calor asesina en la India y del resultante conflicto armado por el agua y la electricidad que se deriva de ella. La ola de calor mata a 20 millones de personas, y precipitará una recapitulación de la sociedad sobre el cambio climático.

La trama sigue principalmente a Mary Murphy, la directora del Ministerio del Futuro, y a Frank May, un trabajador humanitario estadounidense que queda traumatizado como consecuencia de su experiencia durante la ola de calor. Muchos de los 106 capítulos están dedicados a la crónica de eventos futuros en los que intervienen otros personajes secundarios (en su mayoría anónimos), que nos muestran sus ideas sobre ecología, economía y muchos otros temas.

La novela se publicará en traducción al castellano durante el próximo mes de junio.

Durante la primera quincena de este mes de mayo, ha tenido lugar un delicioso (y prolijo) intercambio de ideas a propósito de la novela de Robinson en Crooked Timber1. Varios de sus habituales colaboradores han contribuido con (en algunos casos extensas) reflexiones sobre la novela, aportando numerosas referencias y algunas preguntas para su autor. Kim Stanley Robinson (en lo sucesivo, KSR) ha aceptado el reto de responderlas, contraviniendo lo que según nos revela, ha sido uno de sus principios durante su larga carrera como escritor de ciencia ficción:

Cuando asistí al Taller de escritura de Ciencia Ficción de Clarion en 1975, nuestro primer maestro, Samuel R. Delany, nos dio un consejo: no respondió a los críticos. No sirve de nada. Ni siquiera escribáis reseñas. Fue un buen consejo, que he seguido desde entonces. Pero aquí estoy. ¿Será un error?

El ejercicio me parece una magnífica muestra del valor de la ciencia ficción, tal como al alienímagina que escribe esta nota le gusta concebirla: una manera de abrir nuestro espacio de posibilidades en temas de interés, generalmente complejos, y razonar sobre escenarios o mundos alternativos, sin dejar de lado el rigor de la evidencia y la argumentación, pero sin plegarnos a las restricciones del presente, un experimento mental riguroso y un ejercicio de libertad creativa.

En lo que sigue reproduzco una (mínima) parte del debate, seleccionando algunos de los temas que me parecen más relevantes del intercambio. Como ya es habitual, en mi liberal traducción que, en todo caso, intenta respetar fielmente el mensaje de sus autores.

Harvard

Geoingeniería solar

Oliver Morton (On Solar Geoengineering and Kim Stanley Robinson)

No es una sorpresa que un autor cuyo logro más celebrado es una trilogía sobre la terraformación de Marte tenga algo que decirnos sobre la geoingeniería. El novum fundamental de Marte (Red Mars (1992), Green Mars (1993) y Blue Mars (1996)) es la transformación por medio de la ingeniería del planeta Marte. No es una propuesta unánimemente aceptada. Está promovida por los «Verdes» con motivos que van desde lo pragmático hasta lo extractivo y lo espiritual, y se enfrenta con la oposición de los «rojos» que dotan al estatus quo puramente mineral de un valor intrínseco incomparable.

En el Ministerio del Futuro, KSR invierte la asunción de que la geoingeniería solar podría ser una forma de defender el statu quo capitalista. En su conceptualización, la geoingeniería solar no es diferente a la descrita en un artículo reciente de Marcus Hedahl y Kyle Fruh, que analizan el tema en el contexto de la tradición de la guerra justa. La violencia de la geoingeniería no la imponen los que ostentan el poder, sino las víctimas del cambio climático.

Respuesta de KSR

A muchas personas les preocupa que cualquier intento de gestión de la radiación solar (SRM o Solar Radiation Management) o geoingeniería solar cree de manera inevitable un «choque térmico» cuando el polvo esparcido en la atmósfera para apantallar la radiación se asiente. Es una posibilidad cierta, pero es solo un escenario posible, cuyos peligros sin embargo se han generalizado a todos los escenarios. Este tipo de deriva de la preocupación se da con frecuencia en cualquier discusión sobre geoingeniería. Los peores planes con las peores consecuencias se toman como norma.

Para mí, la geoingeniería realmente interesante en el Ministerio es la posibilidad de bombear agua bajo los glaciares que avanzan más rápido en la Antártida. Esto no tiene consecuencias negativas aparentes y podría ayudar a ralentizar el aumento del nivel del mar, que de otro modo es un problema insoluble. Un experto en glaciación habló de esta idea y la recogí en el Ministerio con la impresión de que era algo nuevo. Pero recientemente me encontré asombrado con este artículo publicado en Nature en 2018: Geoingeniería de glaciares polares para frenar el aumento del nivel del mar. Detener los flujos de hielo más rápidos hacia los océanos nos “compraría” algunos siglos para hacer frente al cambio climático y proteger las costas.

Así es como lo arreglaremos: Una moneda de carbono

Suresh Naidu (This Is How It Gets Better)

La «expansión cuantitativa de carbono» es el motor principal mediante el cual los personajes en la novela de KSR hacen frente a la descarbonización a escala mundial, utilizando los mercados para producir ajustes rápidos a escala e innovaciones para la captura de carbono. La premisa es ingeniosa. En lugar de utilizar el incentivo negativo de los (necesarios) impuestos al carbono, que han demostrado ser políticamente tan impopulares como reiterada su necesidad por parte de los economistas, lo que se introduce es una política de subsidios a la descarbonización financiados con deuda, que crean una economía global completamente nueva alrededor de la captura de carbono. Una vez que se vuelve rentable mantener y extraer carbono de la atmósfera, la economía global da un giro radical, con la velocidad y coordinación que necesitamos de manera tan urgente, y que serían difíciles de generar utilizando herramientas puramente dirigistas.

El Ministerio del Futuro invierte el principio del modelo de evaluación integrado (IAM o Integrated Assesment Modelling). En lugar de ver el medio ambiente como un insumo de la economía, ve la economía como algo que debe subordinarse al objetivo de «todo contra la descarbonización», una manera gestionar el proceso no lineal descontrolado que amenaza no solo al conjunto de la biomasa, sino también al stock de infraestructura física y los bienes de inversión que se han venido depreciando lentamente durante los últimos siglos.

La carta en la manga del Ministerio del Futuro es una moneda de carbono, que los bancos centrales del mundo acuerdan emitir para recompensar a los agentes que eliminan el carbono de la atmósfera.

Hay mucho más en la larga reflexión de Naidu, pero no me puedo sustraer a la tentación de mencionar su explícita apreciación sobre el papel del burócrata en la gestión de la crisis.

Los bancos centrales son solo los caballeros del ejército ganador el Ministerio del Futuro. Los protagonistas secundarios son todos burócratas técnicamente competentes, odiados por muchos., que operan al margen de la rendición de cuentas democrática, que tienen discreción para actuar y que no tienen todos sus movimientos vigilados y controlados por los comités del Congreso y los informes de supervisión.

Hacer de los burócratas los salvadores es un valiente ejercicio retórico, porque necesitaremos burócratas comprometidos con el el espíritu de servicio público para salvarnos. Pero tanto la burocracia como las protestas callejeras ejercen el poder a través de canales democráticos minoritarios, no mayoritarios. Un sistema democrático debería ofrecernos formas de agregar el interés colectivo de una manera más directa2.

Aun así, creo que KSR está realmente detrás de algo relevante, que es así es como llegaremos a algo mejor y sostenible. No será porque nos despertemos una mañana después de una revolución masiva y escribamos una nueva constitución mientras implementamos algún tipo de IA de planificación central algorítmica, sino más bien lo conseguiremos un tejido de mecanismos, algunos impulsados desde arriba y otros desde abajo, algo parecido a un engendro de coaliciones políticas, al estilo de la criatura de Frankenstein.

Respuesta de KSR

La idea de la moneda de carbono, la obtuve de un artículo de Delton Chen. Recientemente supe de la existencia de la Network for Greening the Financial System, una organización de 89 bancos centrales del mundo, incluidos los principales. Publicaron un documento que describe nueve formas en que los bancos centrales pueden apuntar el dinero hacia proyectos ecológicos. Me pregunté si la idea de la moneda de carbono de Chen, como se describe en mi novela, sirve de hecho como una especie de símbolo para estas nueve estrategias, o si en realidad sería una décima estrategia. Sería bueno un debate sobre esta cuestión, tal vez por un grupo con el que Suresh Naidu está asociado, llamado Economía para la Prosperidad Inclusiva (Economics for Inclusive Prosperity)

A Robinson le encanta la descripción del sistema mundial en años venideros que hace Naidu a propósito de su novela, ese tejido de coaliciones políticas al estilo de Frankenstein

Lo que es nuestro solo nosotros podemos ofrecerlo: Blockchain

Maria Farrell (What is Ours is Only Ours to Give)

Sobre la aplicación de blockchain en el futuro sí, hay indudablemente algunos casos de uso en escenarios descentralizados a los que se puede aplicar esta tecnología, en particular en el registro potencialmente transparente de la propiedad de muchos tipos de activos. Pero los casos de uso genuinos son limitados y, para mí, la aplicación proyectada de esta tecnología en el Ministerio del Futuro para asegurar una moneda que sea independiente de los estados y genere buenas obras no parece mucho más reveladora que la observación de que algunas personas también usarán más bicicletas eléctricas en el futuro. Blockchain realmente no es una tecnología o una metodología central, y centrarse en ella es perder de vista el trabajo real necesario para cambiar la forma en que desarrollamos tecnología.

Respuesta de KSR

En la lista de errores que reconozco haber cometido en el Ministerio del Futuro, la utilización del término blockchain es prominente. Debería haber optado por «dinero digital cifrado» o incluso simplemente «cifrado digital». Los expertos en informática con los que he hablado, un grupo bastante numeroso a estas alturas, a menudo coinciden en que blockchain, como tal, no requiere de la costosa «prueba de trabajo» exigida por los diseñadores de bitcoin. Tampoco, me han asegurado, se trata de una forma de encriptación particularmente buena. Opinan que es código (quizás deliberadamente) incómodo y que muy probablemente será reemplazado en los años venideros.

El ministerio de nuestra alma futura: Teoría monetaria moderna

Todd Tucker (Ministry for Your Future Soul)

La pregunta de Todd Tucker quiero destacar es muy directa: ¿En qué medida depende la propuesta de cambio de Robinson en el Ministerio del Futuro de la Teoría Monetaria Moderna (MMT o Modern Monetary Theory)?

Pero me interesa mucho recoger aqui también su atinada reflexión sobre el rol de la ficción en el ejercicio de planificación estratégica:

El Ministerio para el Futuro debería ser una lectura obligatoria para cualquiera que escriba Libros Blancos para ganarse la vida.

Algunos capítulos de la novela ilustran cómo la ficción puede informar el ejercicio de planificación. En un pasaje concreto, Robinson imagina la nacionalización de todo el sistema financiero. Alguien que defendiera eso hoy sería considerado un radical. Pero Robinson es un planificador social experto. Comienza con el resultado y regresa luego a la secuencia de eventos que tendrían que ocurrir para lograrlo. Es algo muy parecido a las prácticas de la llamada «teoría del cambio» empleadas por las organizaciones y movimientos de cambio social. Es un antídoto útil contra el incrementalismo. De hecho, la solución a los problemas más espinosos a corto plazo puede pasar por crear más problemas, o como dice el lema del Ministerio ficticio en el libro: Superar las dificultades multiplicándolas3.

Respuesta de KSR

¿Cuánto depende mi teoría del cambio de la MMT? No estoy seguro. Diría que he basado el escenario de esta novela principalmente en una especie de keynesianismo de izquierda, al estilo de Joan Robinson; pero tal vez eso también sea MMT. Al igual que Todd Tucker, apoyo completamente la insistencia de la MMT en la Garantía de trabajo. Esa garantía deja claro lo que está en juego. Quizás la captura rápida de carbono requiera cantidades tan enormes de trabajo humano que se logre el pleno empleo. Me gustaría leer más discusiones sobre esta posibilidad por parte de economistas y de quienes se dedican a la economía política.

¿Podría ser la MMT solo un primer paso en el camino hacia sistemas más justos y sostenibles? Creo que sí, pero necesitamos ese primer paso.

Media Tierra

John Quiggin (Half the Earth?)

Elijo solo un bocado de la novela de KSR: la idea de devolver la mitad de la tierra a un estado más o menos salvaje. La idea de la media Tierra o medio planeta (Half Earth) no es un invento de Robinson, hay una sociedad activa que la promueve. Pero la presentación de Robinson hace que parezca más real que una organización de defensa.

Respuesta de KSR

Este es un ámbito en el que se ha avanzado con una velocidad sorprendente. La idea4 se está adoptando no solo como un deseo utópico, sino como una parte necesaria de la supervivencia de la civilización. Un buen libro reciente que describe la historia de este proyecto y el trabajo actual que se está realizando es Rescuing the Planet, de Tony Hiss.
Recomiendo consultar las categorías de uso de la tierra definidas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, una organización admirable para estimular el pensamiento y la acción.

En cuanto al tamaño de la población humana, recomiendo A Planet of Three Billion de Christopher Tucker, actual director de la American Geographical Society, en el que aborda con algunos nuevos descubrimientos y métodos la pregunta formulada en el gran libro de Joel Cohen: ¿Cuántas personas puede soportar la Tierra?

¿Qué se interpone en nuestro camino?

Olúfẹ́mi Táíwò (What’s In Our Way?)

Entre los aspectos interesantes del nuevo libro de ficción climática de KSR está su planteamiento de una versión muy diferente del conflicto Norte Sur. El libro comienza con una calamitosa ola de calor en Uttar Pradesh, que se cobra la vida de millones de personas de una manera horrible. Las respuestas en la política india son profundas, de amplio alcance y difíciles de categorizar en términos generales como positivas o negativas. El actual Partido Popular Indio (BJP Bharatiya Janata Party) es sustituido en el poder por una coalición multipartidista que se pone manos a la obra para remodelar la política del país. El sistema agrícola cambia, pasando al tipo de enfoque agrícola regenerativo, intensivo en mano de obra, que practican en Sikkim y Bengala con una administración local fuerte inspirada en las prácticas de gobierno de Kerala, un estado comunista. La Fuerza Aérea de la India comienza a ejecutar misiones en la estratosfera, rociándola con aerosoles para reflejar la luz solar (geoingeniería). Una red que se bautiza a sí misma como «Hijos de Kali» tiene como objetivo los aviones de pasajeros y asesina quirúrgicamente a ejecutivos corporativos que considera responsables de las continuas emisiones de carbono y, a consecuencia de ello, la tragedia con la que comienza el libro.

Más adelante en el libro, tiene lugar otra gran calamidad, esta vez en el Norte. Las aguas del océano ascienden y engullen por completo la ciudad de Los Ángeles.

¿Qué nos impide aprender de Kerala y Sikkim, de la misma manera que el incomprensiblemente diverso y enorme país de la India logra hacer en la narración de Robinson? ¿Qué nos impide entregar las minas a los trabajadores, como logran hacer el gobierno de Namibia y la Unión Africana también en esta misma novela? ¿Qué historias tendríamos que contarnos para hacer que todo esto sea posible?

Respuesta de KSR

El futuro que se presenta en la novela es un caos en el que lo bueno y lo malo se superponen, no tanto entremezclados sino en una rápida sucesión. Hay mucha violencia en esa alternancia, incluida la lenta violencia del capitalismo. No quería que se me viera o asociara a la típica situación en la que todos pierden, donde si hablaba de los bancos centrales, se trataría de una novela sobre la élite y sobre las élites que salvan al mundo; pero si hablaba de la India, eso significaba poner el arduo trabajo de salvar al mundo a cargo de personas de color lejanas. Quería describir un proceso que incluye ambos partes, liderado desde la India. Es necesario que ambas partes trabajen para llegar a alcanzar el éxito.

¿Pueden los banqueros salvar el clima?

Jessica Green (Can the World’s Bankers Really Save the Climate?)

¿Por qué los banqueros centrales se pondrían de acuerdo en el enfoque que propone la novela? El eje de la estrategia del Ministerio del Futuro es la amenaza de un mayor control sobre los bancos centrales. Una Cooperativa de Crédito Internacional, donde los individuos pueden negociar créditos de carbono sería una alternativa a los bancos privados. Cuando los bancos privados se derrumbasen, como predice la novela, serían absorbidos por los bancos centrales, pero solo con la condición de una supervisión más estricta por parte de los parlamentos democráticos.

Aunque no deberíamos esperar que la Cli-Fi nos proporcione una hoja de ruta realista para la reforma de políticas, el libro se queda corto en su imaginación política sobre la movilización. Más allá de los Hijos de Kali, los vigilantes climáticos que van a por los ultra ricos, no hay movilización de masas, no hay una demanda política de cambio por parte de la ciudadanía. De hecho, la posibilidad de semejante movilización se descarta rápidamente: Las manifestaciones son partidos. La gente se va de fiesta y se va a casa. Nada cambia.

Respuesta de KSR

Daré una rápida respuesta a Jessica Green: No, los banqueros no pueden realmente salvar el clima. Y esa no es la historia que cuenta mi novela5.

¿Puede la acción de masas adoptar diversas formas? Sí. Y ¿cómo pueden las novelas describir este tipo de eventos tan diversos? Hay muchas formas más allá de la mera dramatización. The One vs. the Many de Alex Woloch es un muy buen ejemplo sobre cómo utilizar personajes menores en una novela con poca protagonismo, para retratar acciones históricas masivas (ver más a continuación sobre la figura del testigo)

En cuanto a las huelgas y su utilidad6 en esta novela se describen bastantes, pero habiéndolas presentado como el clímax de las tramas de Nueva York 2140 (New York 2140) y Luna Roja (Red Moon), no quise repetirlo aquí. Sobre este tema, he aprendido mucho de Why Civil Resistance Works7 de Erica Chenoweth, A Summer in the Twenties de Peter Dickinson y Riot Strike Riot de Joshua Clover.

Tecnocracia ¿vacuna contra el caos? Carmen Vivas

Tecnocracia e Imperio

Henry Farrell (Technocracy and Empire)

Las mejores conjeturas de KSR, tal como yo las leo, provienen de una comprensión particular del momento capitalista actual y de cómo cree él que es probable que se evolucione. Su mundo imaginado está dominado por los mercados y la tecnocracia. En este mundo, el Ministerio para el Futuro, sin siquiera planearlo del todo, se convierte en una especie de Príncipe Moderno, aprovechando y reutilizando los medios tecnocráticos y de mercado que tiene a su disposición para propósitos radicales.

La razón por la que quiero debatir es porque este no es el mundo en el que yo nos veo viviendo ahora mismo. Tal como yo lo veo, la tecnocracia estándar que se encuentra en Davos y se encuentra en los mercados sobre los que nadie tiene el control, en la que creen tanto la izquierda como la derecha, se está desmoronando. Lejos de estar descentralizado, este mundo que se desmorona creó la maquinaria de su propia caída: redes globales que los estados utilizan como armas para el enfrentamiento.

Por el contrario, el futuro cercano que yo veo es uno en el que el imperialismo del poder blando de los Estados Unidos sigue siendo fuerte, y donde las amenazas más plausibles provienen de otros estados que aspiran al trono.

Respuesta de KSR

Desde la trilogía de Marte, he venido describiendo la historia como una lucha entre la ciencia y el capitalismo. Es muy maniqueo, lo sé, pero me mantendré en ella como aproximación preliminar, que no impide cualquier otro tipo de desarrollo adicional. Usando estos términos, puedo reformular lo que dice Henry Farrell definiendo la tecnocracia como el efecto político de la ciencia y los mercados como la manifestación del capitalismo. Sí, mi mundo imaginado está dominado por el capitalismo y la ciencia. Y también el mundo real. Los mercados siempre valoran mal las cosas y son un instrumento del poder capitalista, por lo que deben ser derrotados. Significa esto entonces que ¿la tecnocracia derrota a los mercados? Sí, puedo aceptar este mensaje como una descripción de mi novela.

La tempestad repentina del último verano. El testigo como género literario

Belle Waring (The Sudden Tempest of Ultimate Summer)

Podemos leer dos diferentes versiones de El Ministerio del Futuro, cada una de las cuales nos invita a imaginar un mundo en el que tomamos decisiones difíciles y creativas para mitigar los efectos del cambio climático y, en última instancia, prevalecer.

En el primer libro se ensaya un torbellino de soluciones tecnológicas, sociológicas y financieras. Algunos son ciencia prudente, algunos actos desesperados de fuerza bruta, como inundar la atmósfera con partículas. En el segundo libro, prevalece una sofisticada crueldad. ¿La gente todavía usa buques portacontenedores? Pues se hunden en algunos lugares para crear nuevos arrecifes. ¿Los multimillonarios se han enriquecido con los combustibles de carbono y no tienen planes de dejar de hacerlo? Pues son brutalmente apuñalados hasta la muerte en sus propias camas antes de que sus parejas puedan siquiera darse cuenta de lo que está sucediendo.

El libro, no obstante, es genuinamente esperanzador, optimista, una carta de amor tanto al pensamiento profundamente creativo como al largo trabajo de progreso burocrático exitoso.

Respuesta de KSR

Por último8, y para mí el gran descubrimiento del Ministerio, es el relato del testigo ocular. Esto es también un género literario, creo que poco reconocido y teorizado como tal. Los relatos de testigos presenciales son un resumen más que una dramatización; cuentan en vez mostrar, contraviniendo así una de las Tres Reglas Estúpidas de los programas de máster (MFA) en escritura creativa (ver The Program Era de Mark McGurl). Los relatos de testigos presenciales suelen ser el resultado de entrevistas y los testigos oculares, que suelen recordar algo que sucedió muchos años antes y que desde entonces ha pasado a considerarse como significativo. Emiten juicios y nos cuentan lo que creen que significó el evento para el resto del mundo y lo que significó para ellos en sus vidas. Cuentan su historia con urgencia y, a menudo, con una enorme fuerza. Algo que vieron, que en muchos casos hicieron, y que más tarde resultó ser importante no solo para ellos, ¡sino para el mundo!

Cuando comprendí el potencial de este género para mi proyecto, comencé a recopilar y leer antologías de relatos de testigos oculares. Swansong 1945, de Walter Kempowski, fue un ejemplo destacado. Cuanto más leía, más me impresionaba el potencial de esta forma aplicada a la ficción. Empecé a hacer listas de quién podía ver qué, empecé a hablar en otras lenguas. Estos capítulos, incluidas las oleadas ocasionales de pavor, me estimularon y me condujeron a través de este libro.

¿Hay errores, inexactitudes, omisiones? Por supuesto. Debería haber más testigos presenciales en mi libro y en el mundo. Pero este mosaico tipo Frankenstein (gracias de nuevo Suresh), con tantas costuras y partes dispares, al final parecía alejarse de mí en dirección hacia el Ártico, y yo estaba feliz.

A modo de conclusión alienímagina

Seré claro. Cualquier que me conozca mínimamente o se haya detenido a deambular por cualquiera de mis ya numerosas publicaciones, si es que tal ser existe, es perfectamente consciente de que no puedo estar más lejos de la visión que aparece en varios de los comentarios, resumida de manera sucinta por Henry Farrel, que Kim Stanley Robinson acepta como resumen de su novela. Que la tecnocracia acabe derrotando al mercado lo veo un escenario posible, que esta sea una forma posible o mínimamente deseable de acabar con los males del capitalismo me parece un error de apreciación descomunal.

Por otra parte, el esfuerzo intelectual de Robinson y su extraordinaria capacidad para concitar este tipo de reflexión y diálogo que este post intenta captar con humildad me parecen encomiables y de un valor incalculable. Necesitamos muchos más Robinson, incluso equivocados como él en la “hoja de ruta”, muchos más escritores y académicos de mente abierta reflexionando alrededor de los que podemos hacer con las maderas torcidas1 que somos para imaginar el futuro, debatir sobre posibles y mejores futuros y formas viables de llegar hasta ellos. Kudos para KSR!

En este sentido, más allá del muy interesante (exceitante 😉 debate sobre temas de candente actualidad, como el cambio climático y toda la ciencia y tecnología que podemos poner en juego para intentar limitarlo, paliarlo o detenerlo, quiero quedarme con aquellas tecnologías que específicamente tenemos la posibilidad de utilizar para mejorar nuestra capacidad de integrar ideas y decisiones, tal como enfatiza en su post Suresh Naidy. Me parece destacable el sorprendete papel que algunas de nuestras más viejas tecnologías, la escritura, la narrativa y la ficción continúan jugando en nuestra batalla por la supervivencia. Y de manera muy especial la necesidad de no quedarnos estancados aquí en los clichés, atrapados por esas estúpidas reglas que los organizadores de todo se empeñan en imponer a todo.

¿Qué más nos da si lo que estamos escribiendo es un cuento, una novela o un libro blanco, cuando lo que queremos es generar y exponernos a un urgente debate?

____________________

(1) Crooked Timber es un blog que promueve el debate (principalmente) sobre economía (uno de mis particulares totems alienímaginas). El sugerente nombre alude a una cita (en su traducción al inglés) de Immanuel Kant: De la madera torcida de la humanidad nunca se hizo nada recto.

(2) Esta es la narrativa de ciencia ficción que necesitamos, y soy el primero en entonar mea culpa por no estar escribiendo y publicando ya sobre este tema.

(3) Adoro este concepto desde que hace muuuchos años comenzó así una brillante clase uno de mis profesores de física. Muchas veces la forma de resolver un problema matemático aparentemente irresoluble es complicarlo… “generalizarlo”

(4) En este debate, me llama la atención que ni en el post de John Quiggin ni en la respuesta de KSR se mencione a E. O. Wilson.

(5) Este cruce pregunta – respuesta me ha llamado la atención como uno de los más «fríos». Jessica critica abiertamente la falta de ambición de KSR y éste la responde con un cariñoso: No te has enterado de nada, querida 😉

(6) Este párrafo está realmente en la respuesta de KSR a Todd Tucker, pero lo incluyo aquí por continuidad.

(7) Un texto sobre el que tengo pendiente e intención de volver en algún momento.

(8) En la respuesa a Belle Waring, KSR se detiene y es, como constraste a la de Jessica, mucho más cálido. Me centro exclusivamente en este aspecto de la respuesta de KSR que me interesa de manera muy especial.

Imagen: Chester Arnold, Crooked Timber (2010)

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