Arriba, arriba,
donde nunca llegaré
y más arriba.
Sale de noche
y se oculta de día.
Sale y se oculta.
Tititla helado,
como un fuego lejano,
inalcanzable.
Rodeándome
con el tímido abrazo
de sus órbitas.
Olvidándose
de que no puede pasar
sin dejar rastro.
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Un viejo siglema rescatado para recibir un nuevo año.
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