Discontinuidades en parques temáticos
Viajar al pasado
Ya no había vuelta atrás. El abono estaba realizado sin posibilidad de reembolso. Viajaríamos a la península del Yucatán en el año 1507, aunque habíamos barajado otras opciones. A mí me atraía mucho la posibilidad de visitar alguna de las ciudades del sur de Europa a principios del Pleistoceno. Tenía curiosidad por ver con mis propios ojos cómo eran la flora y la fauna de hace millones de años en los sitios en los que he vivido, y desde hacía poco tiempo era ya posible hacerlo, por ejemplo, en Madrid. El único problema era que las opciones de inmersión en una época tan remota me parecían aún, comparativamente, muy limitadas. Rudyard estaba emperrado con una oferta de Apple Disney que reproducía la experiencia del primer viaje tripulado a Marte. Todo el mundo está ahora obsesionado con Marte, está demasiado trillado. Por suerte logré convencerle de que para viajar a Marte era mucho mejor hacerlo en un crucero moderno y que el viaje en un primitivo transbordador espacial de finales del siglo XXI no justificaba el gasto. Ya tendremos oportunidad de viajar a Marte más adelante. Ahora que está a punto de nacer Nova me hace ilusión pensar que quizás, dentro de unos años, podremos visitarlo en familia.
Yo lo que siempre había deseado era poder navegar a bordo de una de aquellas frágiles carabelas con las que los marinos surcaron los océanos durante la era de los descubrimientos en los siglos XV y XVI. Esa sí que tuvo que ser una auténtica aventura que yo no quería perderme por nada del mundo. Aquellos marinos fueron los últimos exploradores de un planeta todavía desconocido, que se embarcaban en viajes de rumbo incierto, con tanta o más incertidumbre que la que enfrentamos ahora que estamos intentando llegar hasta algunas de las estrellas más cercanas al Sol. El Atlántico era entonces un océano completamente ignoto y misterioso. Cristóbal Colón, por ejemplo, estaba convencido de que podía atravesarlo para llegar hasta las indias por una nueva ruta. Y al parecer murió convencido de que lo había conseguido, sin comprender que realmente había descubierto un nuevo mundo.
Rudyard decía que el viaje era sólo una excusa para seguir dándole vueltas a las ideas sobre topología de la historia en las que estaba trabajando para mi tesis. A Rudyard siempre le ha gustado tomarme el pelo con mi profesión. Dice que los académicos vivimos encerrados en torres de marfil y cree que estoy demasiado influenciada por mis estudios. Y no voy a negar que me moviera también el interés científico. Desde que la ciencia pudo confirmar que viajar al pasado nunca sería posible, reconstruirlo ha sido una verdadera obsesión…
El cuento explora el futuro de la realidad virtual/mixta en un contexto concreto: el futuro de los parques de ocio temáticos. Pero en realidad la historia en el parque es solo una excusa para una especulación más ambiciosa sobre la historia: en qué medida la determinamos o no las personas con nuestros actos. Viajar al pasado puede que no sea posible, pero ¿y si fuéramos capaces de reproducirlo con absoluta precisión?
Continúa leyendo «Historias Columbia» en el fanzine de la TerBi, dedicado al X Certamen de Relato Temático. sobre “Viajes en el tiempo” (pag. 21). O descárgalo aquí.

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Imagen: La ilustración de la revista TERBI es de de Ricardo Manzanaro
Muy interesante, Francisco. Me ha encantado. El hecho de reproducir el pasado, siento que no es otra manera de modificarlo, ya que lo reproducimos en función de nuestros valores y nuestra visión presente, y no la de aquella época que reproducimos. En cierta manera, refleja más quiénes somos nosotros, que ellos. Me recuerda a la frase de Orwell en 1984: «Quien controla el presente, controla el pasado. Y quien controla el pasado, controla el futuro».
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Me alegro de que te haya gustado y totalmente de acuerdo con tu reflexión y la cita del maestro Orwell. Damos demasiadas cosas por hecho sobre el pasado… Gracias por leerme!!
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