Que el microrrelato también puede ser un formato apto para la ciencia ficción no es ningún descubrimiento, pero sí la soltura y el manejo con que los conjuga el autor
La Revista Hélice publica una extensa reseña de mi opera prima de ciencia ficción Extrapolación 2029, escrita por Marta Pascua Canelo, una joven filóloga que actualmente está trabajando en su tesis doctoral en el Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca. Conocí a Marta durante las jornadas organizadas por Vicente Luis Mora y José Ángel González Sainz en el Centro Internacional Antonio Machado, hace ahora casi un año en Soria. Marta presentaba una ponencia titulada «De la no-ficción a la ciencia ficción: reencantamientos éticos en la última literatura en español escrita por mujeres» que fue una excusa para hablar de obras tan recomendables como Kentukis de Samanta Schweblin, o Nuestro mundo muerto de Liliana Colanzi.
Cuando Mariano Martin, uno de los editores de la Hélice, me propuso buscar a alguien para que escribiera una reseña «sesuda» para la revista, no tuve demasiadas dudas. Me interesaba mucho la mirada de una persona joven con formación en el mundo de la literatura, y ha sido un lujo que Marta aceptara el reto e hiciera un hueco en su agenda para la lectura de Extrapolación 2029.
Comparto aquí algunas breves fragmentos de su texto, que os animo a leer completo.
Francisco J. Jariego nos demuestra que hay disparidad en el género y que no toda la ciencia ficción es distópica ni se asienta en los presupuestos críticos, aunque bien es verdad que una preocupación de índole ética también se encuentra en la base de muchos de sus relatos.
La tecnología es sin duda el principal protagonista de esta ficción a la que precisamente por ello llama tecnológica, y en la que los avances futuros (o más bien presentes) en esta disciplina conforman el hilo conductor de los relatos.
Los dieciséis relatos que componen Extrapolación 2029 nos enfrentan a una ciencia ficción probablemente más tecnófila que tecnófoba. Estamos ante un libro consciente de los problemas que genera la tecnología en nuestra sociedad, pero capaz de focalizarse en los aspectos positivos. Así sucede, por ejemplo, en «Éxodo digital», uno de los relatos más interesantes precisamente porque, pese a todas las implicaciones y derivas negativas a las que la tecnología enfrenta a muchos de sus estudiosos, la historia presenta en buena medida un «final feliz». Y es que a través de una impresionante anagnórisis, la esencia del relato se corresponde justamente con las posibilidades de reencuentro entre un padre y un hijo gracias a la tecnología que los separó…
El ámbito de la intimidad, de las relaciones íntimas que se establecen entre la tecnología y los individuos, constituye el gran núcleo de este libro (…) Lo que nos extrapola precisamente a la pérdida del sentido de comunidad que vivimos en las sociedades contemporáneas, que destacan por un acusado individualismo patente en estos relatos y especialmente visible en el caso de «Un golpe de suerte» y «Módulo de ampliación », dos cuentos que nos sitúan frente a la soledad que pueden experimentar los ciborgs y los robots.
El tema de la memoria, tan importante en la ciencia ficción distópica, también resulta relevante en Extrapolación 2029.
Un mayor cuestionamiento ético se aprecia, por ejemplo, en «Tratamiento estocástico», un relato que nos enfrenta a las diatribas morales de la clonación (de nuevo con fines terapéuticos), pero en el que se establece un acusado sesgo de clase. «París, sin amor» nos devuelve, sin embargo, a la tecnofilia más descarnada.
Extrapolación 2029 funge como un discurso desestabilizador que encuentra en sus ficciones una vía para mirar hacia aquellos lugares situados en el punto ciego de nuestro día a día, y es que, como se afirma en el cuento «Requiescat in space»: «La ciencia lleva tiempo [pero] la literatura y el arte, a menudo, sirven para anticipar lo que la ciencia aún no puede abordar»
Como ya destacó Ana Casanova en su reseña de la obra, Marta me demanda un mayor posicionamiento ético o político en algunos de los relatos, un aspecto que me resulta esperanzador y motivador. Como lo es también el reto que me lanza de asumir un mayor riesgo formal que, por supuesto, acepto.
Especialmente entrañable me ha resultado que Marta destaque la agónica anagnórisis de Éxodo Digital, el relato más largo de la antología, que ha permanecido en gran medida eclipsado por el preferido de la mayoría de lectores, Módulo de ampliación. Asímismo, que se haya fijado en los micro relatos, una concesión táctica por la que opté en la composición de la antología como divertimento y sobre la que pocos lectores han incidido (excepto alguno para darme caña!).
Resultan especialmente reseñables los microrrelatos que Jariego incorpora en la antología. Que el microrrelato también puede ser un formato apto para la ciencia ficción no es ningún descubrimiento, pero sí la soltura y el manejo con que los conjuga el autor; se trata de un género en el que se siente especialmente cómodo, o esa es la sensación que transmite al menos a los lectores.
La crítica de Extrapolación 2029 de Marta Pascua incluye mucha más información de contexto sobre el cuento en la ciencia ficción y algunas valiosas reflexiones sobre la literatura del momento. ¡Leedla!.
Por mi parte, agradecer a Marta que me haya querido acompañar en esta «huida hacia el presente» que es la escritura. Sí, también la ciencia ficción.
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Imagen: Éxodo Digital.
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