Hace ahora dos años, un buen colega, Alberto de Vega, tuvo la idea de escribir un cuento de ciencia ficción en colaboración. Alberto es un liante y yo me dejo liar con facilidad. Poco tiempo después, quedamos para tomar un café en la estación de Chamartín y allí fue donde verdaderamente nos liamos. Como si escribir un cuento a cuatro manos no fuera suficiente, Alberto propuso: ¿y por qué no un libro de cuentos? Ese fue el germen de la obra que ahora estamos a punto de lanzar: “Ni en un millón de años”, un producto del amor y la promiscuidad. Amor por la literatura, los cuentos y la ciencia ficción; y promiscuidad… en su “acepción” de mezcla o confusión.
Sé por experiencia que, cuando un ingeniero decide llevar un proyecto adelante, es muy difícil hacerle cambiar de opinión. Los ingenieros son muy tenaces. Ya no había vuelta atrás, y lo que se nos ocurrió para salir del atolladero en que nos habíamos metido fue liar a otros cuentistas. En realidad, no fue demasiado complicado, porque resulta que somos bastantes los que compartimos la afición por la ciencia y la tecnología, la ficción especulativa y sí, también por la escritura y por pasar un buen rato jugando con todas estas cosas sin saber muy bien a dónde vamos. Verás lo que ocurrió.
El primero en caer en nuestras redes fue Johan Paz. Fue él quien tuvo la idea de disparar a una fecha bastante incómoda, la verdad: un millón de años. Demasiado lejana para nuestra limitada imaginación, demasiado próxima para las leyes de la física y la evolución que rigen nuestro destino. ¿De verdad crees que los humanos vamos a desaparecer y que los chimpancés o las cucarachas recogerán el testigo? Ni lo sueñes. Johan es otro ingeniero que, para no aburrirse, necesita complicarse la vida y, de paso, complicárnosla al resto.
Lo verdaderamente trágico fue que Miguel Molpeceres e Ignacio C. Sierra aceptaron el reto sin pestañear: ¿Qué dicen las especificaciones? ¿Un millón de años? Hágase. Con dos físicos y tres ingenieros a bordo, el proyecto echó a volar, pero tenía un serio riesgo de escorarse y zozobrar. Necesitábamos desesperadamente balancear el espectro de sensibilidades, una dosis de poesía, de filosofía, de política, de juventud, de sabiduría, de lo-que-fuera. Ah, y una portada. Así fue como liamos a Elisa Rivero, Isabel F. Peñuelas, Oihane Arambarri y, finalmente, a Izan de Vega. En realidad, se liaron ell@s solit@s. Menos mal, porque si no aún estaríamos discutiendo sobre el sexo de los ángeles… En serio, hablamos de esto en el libro.
—Eres mi ángel, Pyrene —ronronea Nuño mientras rasga las cuerdas de su laúd—. Un ángel salvador venido del cielo.
Elisa Rivero, Prueba no. 7
Ni en un millón de años sólo pretende ser un divertimento. Dieciséis cuentos en los que proyectamos algunas de nuestras inquietudes sobre el presente, el mundo en el que vivimos, nuestra pequeña e irrelevante mota en el universo. Nos paseamos por el futuro (y también por el pasado) con bastante desparpajo, dando vueltas a algunas viejas ideas: de dónde venimos y a dónde vamos; y a otras que no son tan viejas. No pretendemos arreglar nada, sólo pretendemos que pases un buen rato. Y si se te ocurre alguna brillante idea leyendo este libro, es toda tuya. Te la regalamos.
Ya sólo quedaba un pequeño detalle: poner en el mercado una colaboración de ocho autores y una ilustradora perfectamente desconocidos. Pero eso ¡está chupado! Llevamos haciéndolo unos cinco mil años: en tablillas, papiros, pergamino, papel. Nada puede detener a ocho autores en busca de lector. Nosotros, alienímaginas que nos movemos con soltura por el tiempo y el espacio, podríamos haber elegido cualquier otra fecha: el año que viene o dentro de un millón de años. Pero hemos elegido este año porque queríamos conocer los orígenes de una nueva forma de publicar que no obligará a los autores a renunciar a sus derechos, ni descatalogará sus obras si no resultan ser un éxito de venta inmediato. 2019 nos ha parecido un momento interesante. Y aquí nos tienes.
Como no estamos en esto por dinero ;), hemos acordado que los ingresos que se generen con la venta de esta edición serán donados en su totalidad. Hay algunas causas que nos preocupan y a las que nos gustaría poder contribuir por medio de esta iniciativa. Cómo el cuento de la lechera no nos gusta mucho, hemos preferido no hacer planes antes de saber si, en realidad, conseguiremos algún ingreso. Por eso, no puedo dar más detalles en este momento.
Sólo diré que nos encantaría tener que decidir cómo repartir nuestra contribución entre esas causas que nos preocupan, y que ese fuera un nuevo reto para este proyecto. Ayúdanos a tener ese problema, leyéndote uno, dos, tres o los dieciséis cuentos. Confío que no te arrepentirás ni en un millón de años.
«No somos más que una mota minúscula en la inmensidad del universo. Que existamos o no es completamente irrelevante en el gran esquema de las cosas. Pero es nuestra mota y a quién le importa el gran esquema cuando tenemos nuestro pequeño rincón repleto de amor, odio, pasión y venganza.
Acompáñanos en nuestra incursión al futuro de la humanidad. A fin de cuentas, qué no podríamos hacer nosotros, con toda nuestra creatividad e inteligencia disponiendo del tiempo suficiente. Tal vez podamos dejar de ser una mota irrelevante para convertirnos en algo más. O tal vez no.«
Ni en un millón de años está ya disponible en preventa y puede estar en tu kindle antes del 18 de octubre. Y antes de final de mes, también en versión de pasta blanda.