He imaginado a una raza humana en la Tierra abducida por la búsqueda de la felicidad individual (J. B. S. Haldane)
Mundos posibles (Possible Worlds) es una colección de ensayos escritos por J.B.S. Haldane publicada en 1927, que nos ofrece hoy, casi un siglo después, una fascinante perspectiva sobre el desarrollo de la ciencia y del pensamiento. Ideas sobre la teoría de la evolución, la astronomía, la medicina o el desarrollo científico en el contexto de las actitudes y preocupaciones del momento: los felices años 20 del siglo XX.
John Burton Sanderson Haldane fue un científico inglés conocido por sus trabajos sobre fisiología, genética, biología evolutiva y estadística, y reconocido, entre otras cosas, por la famosa hipótesis sobre el origen de la vida de la sopa primordial, que propuso de manera independiente poco después que Alexander Oparin. Haldane es un pensador original y visionario y, como reconoció Arthur C. Clarke, posiblemente el divulgador científico más brillante de su generación. Sin duda influyó en muchos de sus contemporáneos, y notablemente en la ficción de Aldous Huxley y Olaf Stapledon..

Hace ya algún tiempo me hice eco en Mind the Post de uno de sus ensayos más brillantes y citados: «On being the right size», incluido también en esta colección de ensayos. En esta ocasión quiero detenerme en la última pieza de la colección: The last judgement (El juicio final), una obra que anticipa, tanto en el contenido como en la forma, otra seguramente más conocida por los aficionados a la ciencia ficción: el tour de force de Olaf Stapledon, The Last and First Men (La última y la primera humanidad)
En El juicio final, Haldane se impone el ejercicio de imaginar un posible final para la especie humana en la Tierra; un final lo más lejano en el tiempo, pero que su imaginación pueda razonablemente concebir. Y la imaginación de Haldane alcanza los ¡cuarenta millones de años! (No olvidemos que en Last and First Men, Stapledon pasa de los 1000 millones y en Star Maker llega hasta el final del universo ;))
«Me he visto obligado a situar la catástrofe dentro de un período del futuro accesible a mi imaginación. Porque puedo imaginar cómo será la raza humana en cuarenta millones de años, ya que hace cuarenta millones de años, nuestros antepasados eran con certeza mamíferos, y muy probablemente perfectamente reconocibles como monos. Pero no puedo proyectar mi imaginación hasta un tiempo diez veces más lejano. Hace cuatrocientos millones de años, nuestros antepasados eran peces de un tipo muy primitivo. No puedo imaginar un cambio equivalente en nuestros descendientes.»
Haldane elige para su ejercicio, el punto de vista de los descendientes de la especie humana que contemplan el apocalipsis desde Venus.
«La explicación que aquí se recoge será transmitida a los infantes en el planeta Venus dentro de unos cuarenta millones de años. Se ha traducido muy libremente al inglés, ya que muchas de las ideas elementales de nuestros descendientes estarán más allá de nuestra comprensión.»
Y aquí comienza la historia… (No voy a revelar los detalles de la catástrofe descrita por Haldane. Lo dejó como gancho para el lector curioso, para centrarme aquí en el trasfondo y la reflexión filosófica a la que nos conduce el autor. Recomiendo la lectura completa del ensayo. Merece la pena.)
«Hacia el año cinco millones la raza humana había alcanzado el equilibrio; estaba perfectamente adaptada a su entorno, la vida de una persona era de unos tres mil años; y los individuos eran «felices», es decir, vivían de manera que sus instintos se veían satisfechos.»
«La evolución humana había cesado. La selección natural había sido abolida, (…) La eliminación casi completa del sentido del dolor que se consiguió antes del año cinco millones, fue el logro más sorprendente de la evolución artificial. Para nosotros, que no consideramos al individuo como un fin en sí mismo, el valor de este logro es cuestionable.»
«El descubrimiento científico era, en gran medida, una cosa del pasado.»
«Prácticamente todos los mamíferos, aves y reptiles no domesticados se extinguieron.»
La descripción de Haldane no es, en absoluto, distópica o catastrofista. Describe algunos logros tecnológicos relevantes que sustancian la lógica del relato y que tendrán consecuencias imprevistas o insuficientemente ponderadas. Con ello, Haldane ironiza sobre un aspecto sumamente contradictorio de nuestra especie: nuestra capacidad para anticipar el futuro y nuestra incapacidad para adelantarnos a él.
«Porque la raza humana en la tierra nunca se vio demasiado influenciada por el futuro previsto. Por el contrario, los habitantes de la Tierra, a menudo, se vieron influenciados de manera curiosa por los acontecimientos del pasado.»
Cuando la destrucción de la Tierra aparece ya como inevitable, se toma finalmente la decisión de intentar lograr la supervivencia en Venus. Para lograrlo no basta con llegar hasta allí. Es preciso que los que lleguen estén adaptados a las condiciones de vida reinantes en este planeta. De manera que la especie se ve, nuevamente, obligada a «evolucionar».
«Unos pocos cientos de miles de humanos, de algunos de los cuales descendemos nosotros, tuvieron la determinación de perseguir que, aunque las personas murieran, la especie humana viviera para siempre. La humanidad solo podía establecerse en Venus si llegaba a ser capaz de soportar el calor y la falta de oxígeno que prevalecían allí, y esto solo podía conseguirse mediante una evolución deliberada en esa dirección, que se tendría que llevar a cabo inicialmente en la Tierra. Se conocía lo suficiente sobre la evolución como para hacer viable el experimento. El material humano fue seleccionado en cada generación.»
Y de esta manera, Haldane nos conduce hasta el dilema central de su ejercicio de imaginación:
«Aquellos miembros de la humanidad que una vez más se veían en la necesidad de evolucionar, no eran felices. Perdieron la armonía con su entorno. La enfermedad y el crimen reaparecieron entre ellos. Porque la enfermedad es solo la incapacidad de la función corporal para adaptarse al entorno, y el crimen es una incapacidad similar del comportamiento. Pero la enfermedad y el crimen, igual que el heroísmo y el martirio, son parte del precio que debe pagarse por la evolución. El precio lo paga el individuo y la ganancia es para la especie.»
«En el transcurso de diez mil años, evolucionó una raza capaz de vivir con una décima parte de la presión atmosférica existente en la Tierra, y cuya temperatura corporal había aumentado seis grados.»
«Después de los inmensos esfuerzos de los primeros colonizadores, nos hemos asentado como miembros de un super organismo que no tiene límites para su posible progreso.»
«Además de una capacidad intelectual enormemente mejorada, poseemos dos nuevos sentidos. El primero nos permite captar emisiones de longitudes de onda entre 100 y 1200 metros, que obligan a cada individuo en todo momento, tanto dormido como despierto, a estar bajo la influencia de la voz de la comunidad. (…) Los individuos no podemos cerrar nuestra conciencia a esas longitudes de onda que nos conectan con nuestra naturaleza como componentes de un super organismo o deidad.»
«También hemos recuperado el dolor, que se había convertido en un vestigio en la Tierra, pero es valioso para la supervivencia del individuo en circunstancias adversas y, por lo tanto, para la especie.»
Efectivamente, la evolución no es divertida. La evolución se sufre…
«La evolución es un proceso más agradable de dirigir que de experimentar.»
…porque, de hecho, no es el individuo el que disfruta de las ventajas de evolucionar y adaptarse. Es la especie la que lo hace y la que, de esta manera, puede alcanzar cotas que nunca podrá alcanzar el individuo, por muy feliz que sea:
«La antigua raza humana cultivó con éxito la felicidad individual y fue aniquilada por el fuego celestial.»
«La felicidad de diez millones de individuos no es un millón de veces la felicidad de diez de ellos. Pero la cooperación unánime de diez millones de individuos va más allá de su comportamiento individual. Es la vida de un super organismo. «
Si, como muchos de los habitantes de la Tierra esperaban, la debacle no se hubiera producido…
«La especie podría haber durado mil millones de años en lugar de treinta y nueve millones, pero sus logros no habrían sido superiores.»
El brillante ejercicio de imaginación de Haldane termina con los planes de la nueva especie venusina para colonizar otros planetas.
Las implicaciones de las propuestas de Haldane en el juicio final son muchas y, sin duda, controvertidas. No voy a detenerme ahora en ellas, sólo destacar que esas propuestas recogen, en gran medida, el espíritu, el zeitgeist, de la época en que fueron escritas. Ha llovido mucho desde entonces y, por muy diversas razones, el espíritu del tiempo ahora es otro. Ahora bien, las ideas actuales sobre la singularidad tecnológica y la posible transferencia mental de nuestra consciencia a un ordenador, que no son sino el reflejo de nuestra ansiedad de trascender, no difieren demasiado ni son menos descabelladas o especulativas que las que circulaban en los felices años veinte alrededor de la evolución…
Mi pronóstico es que algunas de aquellas ideas volverán.
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Haldane, J. B. S. «Possible Worlds and Other Essays» (Este libro es de dominio público en Canadá y está disponible para cualquiera sin DRM. Puedes hacer lo que quieras con él, pero lo mejor que puedes hacer es LEERLO!)
Imagen de portada: NASA