Ursula se había marchado ya

Hace poco más de una semana, el pasado 23 de enero de 2018, por la tarde, yo no paraba de dar vueltas a la introducción que Ursula K. Le Guin escribió para la edición de 1976 de su famosa obra «La mano izquierda de la oscuridad». Me fascina esa breve digresión sobre el objeto y la razón de ser de la ciencia ficción, sobre la promiscua relación del género con nuestra obsesión por anticipar el futuro, con la extrapolación.

Intentaba saber si esa edición y esa introducción han sido traducidas al castellano, pero no conseguía encontrarla. Merodeé por la Wikipedia, fustigué a mi buscador, entré en la web oficial de la autora. Nada. No lo he conseguido. Sin embargo, al ver algunas de las fotos más recientes de la autora, una imagen muy nítida me vino a la cabeza, lo supe…

Y mientras maniobraba y deambulaba, súbitamente me golpeó la triste noticia. Ursula K. Le Guin nos había dejado a los 88 años de edad. Sentí un escalofrío recorrer mi columna de arriba abajo. Sin duda era una pura coincidencia, pero fue una de esas ocasiones en las que tienes esa molesta sensación de que, de no haber estado allí, hurgando, revolviendo aquellas fotos, azuzando aquellos pensamientos, tal vez… tal vez no habría ocurrido.

Ciertamente absurdo porque, en realidad, Ursula ya se había marchado antes de que yo comenzase aquella infructuosa búsqueda. Aunque internet nos hace pensar que todo ocurre delante de nosotros en una suerte de panóptico, aún existen pequeños espacios para la intimidad; y aunque la noticia saltaba a los medios de comunicación el martes, Úrsula había partido el día anterior.

Puestos a encontrar una relación de causalidad, tal vez sería más apropiado suponer que su partida pudo haber sido el motivo de mi súbito interés por sus palabras, por esa introducción tan jodidamente inteligente. Pero tampoco es cierto. Llevo dándole vueltas a esa introducción desde hace más de un mes. Esa causalidad simplemente no existe: es la obsesión narrativa de mi cerebro que, a pesar de años de intenso entrenamiento en el duro arte de la racionalidad, no puede sustraerse a su naturaleza.

Ursula se ha marchado. Seguramente, ya había dicho casi todo lo que nos tenía que decir…

Aquí he dejado una breve reseña sobre esa introducción.

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